Cuento: Tema de los locos
Por Javier Quintanilla Calvi
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Foto: Mariana Ladrón de Guevara |
Tema de los locos
Tengo gran fascinación por la
locura, ¿sabe? Es decir, me intrigan los locos. No, no soy médico, psiquiatra,
cura ni brujo. ¿Qué, usted cree que solo ellos se interesan por los locos? No,
yo no he dicho que me gusten ni que quisiera encargarme de alguno. Sin embargo,
encuentro la locura fascinante. No, nunca he estudiado la locura. De hecho,
creo que ni siquiera podría definirla. ¿Gente rara? ¿Enferma? No, no los
llamaría así. Lo cierto es que no sé si quiera si me atrevería a llamarlos
“gente” con todo lo que esa palabra significa. Sí, evidentemente son distintos.
¿A qué se refiere con eso? No, por supuesto que no los desecharía a todos. Si
así lo hiciera, no tendría con qué fascinarme, ¿no cree? No, ya le he dicho que
no sé cómo definirlos. ¿Personas fuera de sí? ¿Mentalmente perturbados? No es
suficiente. Es que hay locos y locos, ¿sabía? Lo he visto con mis propios ojos.
Algunos solo lo miran a uno, en silencio. Otros vagan por los salones desnudos,
no les importa nada. Otros tienen miedo, gritan, se esconden… no terminan de
comprender a qué le tienen miedo, pero igual se asustan. Viven así. Algunos
locos lloran también. Pero esos confunden a veces. Si uno no está atento puede
llegar a caer en su engaño, sucede que los que lloran no siempre son locos.
Parecen locos, claro, pero no lo están. No, no, les pasa que se desesperan. Son
normales, pero se desesperan y lloran y quieren correr y como no pueden también
lloran. Otros son solo imitadores, no se deje llevar por su juego tampoco. Sí,
ya sé que hice una distinción entre la gente “normal” y los locos.
Naturalmente, cómo cree si no, si fueran normales entonces no les diríamos
locos. Sí, ya sé eso también, la gente normal es muy distinta entre sí. Pero
estos son más distintos, o al menos se muestran más distintos. Es que ya casi
siempre todo es cuestión de apariencias, ¿no le parece? Uno aparenta muchas
cosas a lo largo de toda su vida. O en todo caso oculta muchas cosas. Todos
mentimos. La mentira es útil y necesaria. No, no creo que un mundo perfecto
implique ausencia de mentira. Igual no tiene sentido especular sobre esas
cosas. El mundo es y sigue siendo luego de eso también. No sé, nunca lo había
pensado. Es una pregunta interesante, la suya. No sé si el mundo como conjunto
está loco. Es una locura, el mundo, creo que sí. Pero pienso que ese es un uso
bastante vulgar de la palabra. “Locura”. Como le dije, no tengo estudios
formales al respecto, pero creo que no está bien prostituir ese término. La
mente, el cerebro. El mundo no tiene una mente, un cerebro. Las criaturas que
lo habitan sí tienen, algunas, y otras no, naturalmente. ¿Cómo hablar del mundo
entero entonces? La locura no aplica. Sí, estoy convencido de que los locos son
locos porque su cerebro o su mente están locos. Claro, son cosas distintas. Tienen que ver, pero son cosas diferentes.
La mente no se puede ver ni tocar, usted debería saberlo. El cerebro claro que
sí, es más, una vez vi una muestra de cerebro en el microscopio. Nunca lo he
visto mientras funcionaba, como en una operación de esas en las que se hacen cortes
en el cráneo y se abren agujeros, pero asumo que debe ser fascinante también.
¿Usted sabe si se mueve el cerebro? Con seguridad sería interesante si así
fuera. Animado, con aires al latín, anima. No lo sé, no he asistido nunca a una operación de esas. No he tenido la
oportunidad. Me gustaría alguna vez. Como a los antiguos hombres, se han
encontrado en muchos sitios restos humanos con trepanaciones craneanas. Algunas
post mortem, dicen, otras no. Es más, parece que algunos sobrevivían a las
trepanaciones. Supongo que los investigadores pueden darse cuenta por la
cicatrización alrededor de los agujeros, no lo sé, no soy médico, como le dije,
mucho menos médico forense. A veces me pregunto si en esas épocas pasadas había
tantos locos como ahora, si los “normales” los habrán estudiado como se les
estudia ahora, así como me gustaría estudiarlos a mí también. Es que me
fascinan, ¿sabe? Quisiera comprenderlos mejor. Los puedo ver muy de cerca, es
todo. Al menos quisiera poder entender sus gritos, su llanto, su silencio.
Quisiera saber por qué caminan desnudos, por qué se enojan. Es que, aunque no
lo crea, a veces me da ganas de hacer lo que ellos hacen, como los imitadores a
los que me referí hace un momento. Presiento que tienen tanto que decir… pero
como tampoco soy cura, usted entenderá, no puedo exigirles confesión. Quizá
podría engañarlos si me disfrazara de cura, pero no sería justo. Ellos
confesarían todo rápidamente, no se darían cuenta de que soy yo y que yo no soy
cura. No está bien jugar con sus mentes. No, no sé si estaría bien jugar con
sus cerebros. De hecho sería muy interesante saber qué sucede dentro de ellos.
¿Qué pensarán? No lo sé, no creo que nadie pueda saberlo. ¿Qué escucharán en su
cabeza? ¿Música, palabras? ¿Nada? ¿Qué pensarán los locos? ¿Y los imitadores?
Claramente va cambiando su manera de pensar, si es que solo imitan e imitan e
imitan cada día. Se van convirtiendo en otros. Pero eso, aunque no es locura,
es carencia de identidad, ¿no cree? Es decir, ¿quiénes serán realmente? No
sabemos, no podemos rastrearlos hasta antes de su primera imitación. Cuando
llegan ya empezaron a hacerlo, a imitar. A veces, copiando a los locos-de-en-serio, se golpean. Se chancan la cabeza contra las paredes, las esquinas las
habitaciones o contra el piso. No saben lo que hacen, le digo, no son ellos
mismos, pues. Son un espectáculo lamentable. Pero no son locos, eso sí que no
lo son. Los locos son más interesantes. Siento gran fascinación por la locura,
¿no se lo he dicho ya? Encuentro fascinantes a los locos. Me gustaría saber qué
se les cruza por la cabeza. ¿Usted qué cree, doctor? Yo solo me lo pregunto
porque me parecen interesantes los locos.
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Javier Quintanilla Calvi nació en Arequipa, Perú. Actualmente estudia Historia y Ciencias de la Música en la Universidad de Salamanca (España), en donde además es parte de la Joven Asociación de Musicología. Twitter: @javierqcalvi
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