Relato: ¿Y ahora?

Por Luis Esquivel



¿Y ahora? 

Empezamos a escribir un nuevo capítulo de esta historia mientras nos alejábamos del monumento del gran General, caminando por las calles de esta ciudad que tantas veces recorrimos. 

Paso a paso, te miro y no puedo dejar de formular miles de preguntas.Todas ellas sin respuesta. Bueno, siendo honesto, tienen respuestas que quizás me incomoden. En realidad, creo que ese “quizás” podría ser eliminado. Río por dentro al imaginar lo que pensaría cualquiera si escuchara estos “diálogos” internos. 

Sin embargo, esa risa no elimina las preguntas…¿Por qué siento un jaque mate a la razón? ¿Por qué siento que mi corazón se comporta como lo haría en un dibujo animado y no como lo determina la academia? ¿Cómo he llegado a este punto? ¿Cómo olvidé todas las lecciones aprendidas?…Hace no pocos años aprendí a priorizar la razón sobre las emociones. 

Mi cerebro me lo repite diariamente: “hay miles de razones por las cuales no puede funcionar”. Le gusta recordarme que no es el momento indicado. Pero, ¿realmente existe ese “momento indicado”? Siempre esperé a que la flor se marchitara para saltar al vacío, pero hoy quizás sea hora de elegir nuevas estrategias. 

Estrategias y tácticas... De niño crecí rodeado de historias de generales, guerreros y conquistadores, de Napoleón convirtiéndose en Emperador, de Flavio Aecio salvando al imperio romano en la Batalla de los Campos Cataláunicos, del miedo que inspiraba Atila a su paso, y tantos otros personajes, tiempos y lugares que mi memoria a veces suele confundir. 

Mi favorita es la historia del espartano Leónidas, rodeado por el ejército persa en las Temópilas y con un puñado de fieles soldados a su lado, respondiendo a la orden de que depongan las armas con un desafiante grito: “MOLON LABE”. Pienso en el valor que requirió decir esas palabras, y pido a Leónidas un poco de aquella valentía para poder expresar lo que siento. Abro la boca, pero el valor aún no llegó… nuevamente las palabras mueren en un suspiro. 

En el medio de estos confusos pensamientos y sentimientos, que van y vienen, como si mi interior fuese una mesa de ping pong, mis ojos no pueden dejar de mirar aquel atardecer sobre el mar que representa tu mirada. Mirándola todo parece tan cercano y a la vez tan lejano, y el tiempo se convierte en forma en contradictoria en efímero pero eterno. Desde el momento en que nuestras miradas se cruzaron por primera vez, mirar tus ojos se convirtió en uno de mis hobbies favoritos. 

¿Otro de mis hobbies? Crear relatos para no dejar pregunta alguna sin respuesta. Pero, ¿por qué desde que te conocí esto me resulta tan difícil? Y ya que empezamos con los “¿por qué…?” ¿por qué cada amanecer me trae a la memoria tus ojos? ¿por qué cada anochecer me trae a la mente tus labios? ¿por qué el viento trae tu voz a mis oídos? Caprichosa naturaleza que me recuerda que te extraño, en aquellos momentos que mi mente solamente desea olvidarte para triunfar, aunque sea por unos instantes, sobre el corazón. 

Siempre renegué del café tibio. Mi amor por esa pócima, que día a día proporciona el combustible para mi sistema nervioso central, me volvió intolerante a la tibieza. Sin embargo, como nunca me ha pasado, temo estar frente a un café demasiado caliente. 

Llegamos a una encrucijada de calles, una de ellas me lleva directo a mi hogar, a lo seguro, a lo conocido, y por un lado, solamente eso deseo. Te miro, y escucho tu pregunta “¿y ahora?” Y por primera vez en mi vida, me he quedado sin palabras...sin respuestas. 



(Dedicado intensamente a la mirada poderosa)

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Luis Eduardo Esquivel, nació en la provincia de Buenos Aires, Argentina. Es abogado y docente universitario, actualmente finalizando una Maestría en Relaciones Internacionales.

Comentarios

  1. Hermoso relato... amo la intensidad de los sentimientos expresados.
    Comparto ampliamente el objeto principal del mismo.

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